Después de haber publicado la primera historia, mi
blog se animó tímidamente con nuevas aportaciones. Algunos testimonios me
resultaron interesantes, otros no dejaban de ser demasiado cotidianos. Yo
buscaba algo que me removiera por dentro, algo que lograra sorprenderme y, en
consecuencia, llamar la atención de mis lectores.
Fui hasta la máquina de café al final del pasillo y
me saqué un descafeinado. Estaba pensando sobre cuál de las historias escribir
cuando sentí la presencia de mi jefe. Supe que era él, no a raíz de haber
desarrollado un sexto sentido, sino porque se delataba él solo con su
inconfundible olor a Varon Dandy.
—¿Vas a seguir en esa línea? —me preguntó con las
manos jugueteando con los tirantes de su pantalón.
—Sí —contesté aguantando el dolor por haberme
quemado la lengua con el café. Me miró durante unos segundos que me hicieron
subir las lágrimas a los ojos. Cuando se fue saqué la lengua y jadeé para
aliviarme.
—¿Cómo se te ocurrió escribir sobre sexo?
Volví a guardarme la lengua y sonreí como pude. Al
parecer Miriam era la única que no había escuchado la escena del jefe con la
chica de la limpieza. Pero no iba a ser yo quien la pusiera al tanto. Enarqué
las cejas y dije:
—Me gusta probar terrenos nuevos.
Ella se sacó un café extra largo de la máquina y me
sonrió antes de irse:
—Pues ya era hora. Eres un poco mayorcito para
estrenarte, ¿no crees?
Me encerré en mi despacho, dispuesto a pasarme la
tarde en busca de mi próxima historia. Entonces la vi, latente en mi buzón de
correo. Y me pareció tan fresca y absurda, que no vi la necesidad de añadirle
nada más.
HISTORIAS HÚMEDAS
PALABRAS DE UNA VAGINA